Luego de un largo fin de semana, varios cigarrillos y algunas reflexiones rondando por mi cabeza, me puse a escribir. Sobre cosas que nos pasan. Sobre situaciones que todas hemos atravesado. Sea este un espacio para tratar de tomar con humor y un poco de ironía algunas situaciones dolorosas. No se si podré evitar el tinte feminista, pero al menos lo intentaré. Que lo disfruten. Si les gusta recomiendelo a sus amigos/as, si no les gusta a sus enemigos/as.

4 ene 2010

Vamos a terapia

Si sos una de las pocas privilegiadas que ha asistido a una terapia de pareja con tu fiel compañero (y no hablo del perro) compartirás conmigo que es una experiencia inolvidable y devastadora.
Empecemos por la sala de espera. Yo me pregunto: no deberían tener habitaciones separadas en las cuales esperemos por separado? ¿Cómo estos brillantes terapeutas de pareja no se dan cuenta de que justamente porque estamos en guerra y no soportamos permanecer en el mismo espacio físico es que llegamos a ellos? Pareciera que les gusta jugar con el riesgo y el peligro de hacernos esperar en el mismo recinto hasta ser atendidos. Ojo, aqui hay que reconocer algo, no hay ni elementos contundentes ni cortantes, tan sólo un par de revistas y unos sillones. Seguramente alguna experiencia previa les hizo recapacitar sobre la desventaja de decorar esta bendita sala con lámparas, estatuillas, ceniceros o cualquier otro objeto que bien puede ser utilizada, como decimos los abogados, como un "arma impropia".
Allí, ya empezamos a calentar motores. Tenés al galán al lado, leyendo con toda impunidad un Rider Digest del año del pedo y fingiendo interés tan sólo para no levantar la vista. Encima, si son varios consultorios ves desfilar parejas desquiciadas como la tuya que entran odiándose y salen tranquilitos pero igual de odiosos. Entonces te preguntás: qué es lo que pasa allá adentro!. Cuando te empezás a cagar en las patas y te querés mandar a mudar aparece el terapeuta con cara de vaca mirando al infinito, con una tranquilidad que a esta altura sólo unos buenos alplax pueden lograr y nos invita a pasar. La tensión comienza a aumentar. Seguramente, dentro de su consultorio habrá varias sillas colocadas en forma de semicírculo; y pensás: la puta madre! y ahora a dónde me siento! Porque estos hijos de puta analizan incluso hasta dónde y cómo te sentás. Y con la misma parcimonia hace la pregunta clave: ¿cuál es la razón por la que han llegado hasta aquí? A ver.... pelotudo.... me estás cobrando 150 la hora.... adiviná! Con voz entre diplomática, tensa y de mosquita muerta le explicás que tienen problemas. Ja! qué novedad!.
Venís con mil cosas en la cabeza, por lo que lo dejás hablar a él primero, obvio, qué puede decir, si él tiene toda la culpa y yo soy perfecta. De hecho ni siquiera escuchas lo que dice, porque tenés tanto para decir que lo estás ordenando todo en tu cabeza para cuando llegue tu gran momento. Y justo cuando hace una pausa, y vos interpretás que es tu turno, empezás a deschabar todo lo que el galán no quiso decir. Como un toro embravecido te despachás sin pudor, mientras tu pareja te mira atónito y abre sus ojos y su boca a dimensiones insospechadas. A todo esto, al psicoboy no se le mueve un pelo che! Parece que no es nada nuevo lo que escucha.
Si la cosa está caldeada, el galán te empezará a refutar todos y cada uno de los hechos que relataste a los fines de salvar un poco de su dignidad y te trenzás en una discusión que sólo el terapeuta interrumpirá con algún comentario apaciguador.
A todo esto, sin que te des cuanta ya pasaron 40 minutos. Momento de la devolución por parte del "especialista". Es tal el agotamiento que a duras penas podés entender lo que dice, por lo que a esta altura confiás en que tu inconsciente tomará los datos necesarios y te los traerá a la memoria de alguna forma. Y de repente te encontrás concertando tres citas más, con el culo lleno de preguntas.
Llega el momento de la despedida. Qué cagada y ahora?.... salís con la mayor dignidad posible de allí mirando a las pobres parejas que con cara de ternero degollado esperan pacientes para ir al cadalso, abrís la puerta y después que te re puteaste con el otro durante una hora, una vocecita medio temerosa te pregunta: ¿nos tomamos un café? Continuará.....

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